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lunes, 4 de julio de 2011

CONSTANCIA DE VIDA




Elisa Salvagno supo ganarle a la ceguera y se recibió de Abogada.


La joven, oriunda de Laboulaye, estudió en la UNC (Universidad Nacional de Córdoba - República Argentina). Su madre le grababa los libros y ella las clases, que luego transcribía al braille o cargaba en su computadora.


El 18 de marzo Elisa Salvagno cumplió años, pero ese día  logró coronar una lucha de toda su corta vida: recibió su Título de Abogada.

 
Hasta aquí, su historia no difiere de la de otros miles de alumnos que llegan a la conclusión de su carrera; aunque, su historia significó que cada hora cursada implicaba un esfuerzo y sacrificio de su parte. A diferencia de sus compañeros, Elisa, hasta debió escribir sus libros de estudio ya que es no vidente, por lo que un grabador, su máquina de sistema en lecto-escritura braille y luego la computadora fueron sus principales herramientas.

 
Oriunda de Laboulaye, la joven debió trasladarse a Córdoba para estudiar y con ella, primero su abuela Norih y luego sus padres y hermana, que dejaron todo por acompañarla. Aquí la historia, contada en primera persona por la hoy Doctora Elisa Salvagno.

 
Un desafío diario.

 
Elisa nació a los seis meses de gestación, lo que determinó que debiera permanecer largo tiempo en incubadora. Fue ese hecho el que le dobló el destino  a su vida, ya que el oxígeno del equipo le quemó la retina, y la dejó sin visión.

 
“En realidad no nací ciega, sin embargo, nunca pude ver”; dice Elisa.

 
Cuando comenzó el tiempo de la inserción social a través de la escuela, se dieron los primeros desafíos tanto para la joven cuanto para Ana María y Ricardo, sus padres.

 
“En Laboulaye no había maestros para no videntes; entonces mis padres junto a otros de la ciudad y de la zona hicieron gestiones para llevar a una docente a la escuela especial, “Arco Iris”. También durante un año mi mamá me llevaba a una escuela en Río Cuarto, donde me enseñaron las primeras letras en Braille”.

 
Ya en el año 1995 se integró al colegio común, cursando el cuarto grado. En ese tiempo Elisa concurría a clases y tomaba apuntes en su máquina braille, y luego dos veces por semana, la docente para no videntes concurría al colegio para transcribir a tinta lo realizado durante la semana y hasta las evaluaciones.

 
“Naturalmente, nada fue fácil, no obstante, logré una muy buena integración tanto académica como social”; dice la joven.

 
El secundario lo cursó en el Instituto San José, con orientación en Humanidades. Siempre con el acompañamiento de sus padres, y en especial de su mamá Ana María, que era la encargada de leerle los textos de estudio que ella transcribía al alfabeto braille.


“En esta etapa ya comencé a interesarme en la abogacía y cuando terminé ya lo había decidido”.

 
Elisa relata que, por cercanía, había elegido estudiar en Rufino. “Hay allí una facultad dependiente de la Universidad de Lomas de Zamora. Y mientras averiguábamos nos enteramos de que en la ciudad de Córdoba existía, además, un área de apoyo para personas ciegas, donde se podían conseguir algunos textos”.

 
“Me atraparon los aromas de la ciudad”.

 
Elisa viajó junto a su madre a Córdoba para gestionar si le podían facilitar algunas transcripciones o grabaciones de los textos para llevar a  la facultad de Rufino, pero algo cambió en esta visita.

 
“Me atrapó la ciudad, me encantó. Sus distintos aromas, las distintas sensaciones que percibía al recorrer las calles, la gente, todo. Cuando regresé a Laboulaye ya no estaba tan segura de estudiar en Rufino”.

 
Y fue el momento de hablar en familia sobre la decisión a tomar. “Vimos que iba a ser más fácil el acceder al material en Córdoba, por lo que finalmente decidí por la Universidad Nacional”.

 
En los primeros dos años de la facultad, Elisa estuvo acompañada en la capital provincial con una de sus abuelas, Norih Genesio. “Estuvo viviendo conmigo dos años, después ya estaba más grande así que vinieron mis padres para acompañarme en esta lucha y lo hicieron hasta el final”, señala la joven profesional, quien además, no deja de agradecer el apoyo incondicional de su familia, que debió instalarse en Córdoba.

 
En este aspecto señala que también en la vida universitaria su madre debió leer los libros de abogacía, aquellos que no estaban transcriptos al sistema para no videntes, para que Elisa  hiciera esa tarea. O hasta grabar las clases, y luego pasarlas en un cuaderno al braille o cargarlas en la computadora.

 
“Todo me demandaba el doble de tiempo, porque imaginate -señala- yo grababa las clases y después tenía que desgrabarlas. Y eran tres horas por clase, más o menos”. Es así que gran parte del día la dedicaba a los estudios, y logró así concluir la carrera en siete años.

 
Cabe aclarar que en la Facultad de Córdoba, en el área de apoyo, existe material bibliográfico de la carrera en formato digital que le fue facilitado. “El resto, mi mamá me grababa los libros y yo luego los escuchaba”; sigue relatando.

 
Su tarea y su dedicación eran destacadas tanto por profesores como compañeros; estos últimos más de una vez le solicitaron contar con sus apuntes o grabaciones.

 
“Como ellos sabían que yo grababa las clases, me las pedían. Sólo que, es parte del proceso de compartir y de ayudarnos entre todos”; dice Elisa.

 
Para rendir los exámenes parciales o finales había sólo una manera y era oralmente. “Cada vez que había un parcial para mí era todo un desafío. Tenía que acordar con el profesor, que me tomaba el mismo día, después de la clase, o antes, u otro día. Algunos prefieren tomar después. Pero siempre he tenido la predisposición de todos los docentes para ayudarme”.

 
De su carrera universitaria destaca los amigos que cosechó: “No son muchos, sí son buenos”; agrega.

 
La graduación.

 
El 30 de noviembre de 2010 Elisa Salvagno rindió la última materia de la carrera. “Ese día fue especial, viví sensaciones muy distintas.Primero  no te das cuenta, después empezás a tomar conciencia, y ves todo lo que lograste y la fuerza que hizo mi familia para ayudarme”.


En diciembre del año pasado celebró su graduación, pero el diploma lo recibió el 18 de marzo, justo el día de su cumpleaños, junto a sus compañeros y padres, y su hermana  Milagros de doce años, a quien define como: “el mejor regalo de la vida”.

 
Elisa sigue viviendo en Córdoba acompañada de su familia, y continúa capacitándose haciendo cursos en distintas especialidades jurídicas. Asegura que nada es imposible en esta vida y que cada momento es un nuevo desafío.


“Mi nuevo desafío será poder ejercer”.


La profesional pide que se cumpla con la Ley de Cupos que le permita comenzar a trabajar.


“Mi perspectiva ahora es conseguir trabajo en el ámbito político. Y espero que se cumplan las leyes de cupo que generalmente no se ponen en práctica. Pero éste es mi nuevo desafío”.

 
La doctora Salvagno espera poder ejercer como abogada en algún organismo en la capital provincial. “Creo que aquí tengo más posibilidades, además hay grupos en los cuales me puedo insertar”.

 
Sobre qué rama del derecho le gustaría trabajar indicó: “Estoy abierta a todas las áreas. Cualquiera que me permita trabajar. No tengo ningún problema, no estoy peleada con ningún área”.

 
No obstante, admite que el derecho público está entre sus preferencias. “Me di cuenta porque elegí todas las materias optativas de Derecho Público en la etapa final de la carrera. Y además la rama familia es muy interesante”.

 
Al final de la entrevista, Elisa Salvagno agrega que toda su vida fue un desafío o lucha constante, y a pesar de todo: "Vale la pena".

 
Consultada si la sociedad es receptiva en relación a las personas con discapacidades, sea ceguera u otras, reflexionó: “Lo que sucede es que falta información, pero gracias a Dios creo que se está dando una apertura.La clave está en perder el temor de trabajar con una persona con discapacidad “.

 
Sobre su experiencia admite que fue tal vez parte del primario y el secundario lo más difícil. “Era bastante complicado porque todo teníamos que hacerlo a pulmón. Mi mamá me tenía que dictar los libros enteros para que yo pudiera pasarlos al braille y luego estudiar. Ya en la Universidad hay material que fue incorporado y que está adaptado para no videntes”.

 
El diploma que la acredita como flamante abogada tiene un lugar especial en su casa de Córdoba. También sus grabaciones y escritos en braille, que está dispuesta a ofrecer a otros jóvenes con su misma discapacidad que lo necesiten.

 
La joven laboulayense espera pronto poder integrarse a la actividad laboral y aplicar todos sus conocimientos.

 
“Confío en lograr un lugar donde trabajar.Creo que en el ámbito público lo lograré. Así como pude hacer la carrera, ahora sé que voy a poder ejercer”, promete Elisa.


Patricia Rossia.


ErreJota Producciones pone de manifiesto la nota periodística presente, y a la vez, brinda todo el apoyo logístico, laboral e intelectual, a la Doctora Elisa Salvagno, quien a recibido las más sinceras felicitaciones del Director Propietario de la misma. También se hace extensivo el saludo de felicitación a su encomiable familia, de quienes la Doctora Salvagno tubo y tiene los mejores regalos de la Vida.