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domingo, 17 de septiembre de 2023

LA NARIZ HUMANA ES DEMASIADO FRÍA PARA LA GRIPE AVIAR

        Los virus de la gripe aviar no proliferan en nosotros porque la temperatura dentro de la nariz humana es demasiado baja, según una nueva investigación. Los autores de la misma, del Imperial College de Londres y de la Universidad de Carolina del Norte, creen que ésta podría ser una de las razones por la que los virus de la gripe aviar no causan pandemias en humanos con facilidad. Hay 16 subtipos de gripe aviar y algunos pueden mutar hacia formas capaces de infectar al Hombre, al cambiar ciertas proteínas de su superficie por proteínas de virus de la gripe humana. El nuevo estudio muestra que los virus normales de la gripe aviar no se propagan extensamente en células con una temperatura de 32 grados Celsius, la de la nariz humana. Los investigadores creen que esto puede deberse a que los virus por regla general infectan los intestinos de las aves, más cálidos, a 40 grados Celsius. Esto significa que los virus de la gripe aviar que no han mutado tienen menos probabilidades de infectar a las personas porque el primer lugar de infección en los humanos es generalmente la nariz. Si un virus normal de gripe aviar accede a una nariz humana, difícilmente podrá reproducirse y propagarse entre las células, así que tendrá menos probabilidades de dañar a éstas y de causar enfermedades respiratorias. "Sería imposible desarrollar vacunas contra los 16 subtipos de gripe aviar, por lo que debemos priorizar. Al estudiar una gama de virus diferentes en sistemas como éste, podemos buscar advertencias de que ya estén comenzando a experimentar los cambios genéticos de las clases que conllevan un aumento en las probabilidades de que puedan saltar a los humanos; los virus animales que se propaguen bien a bajas temperaturas en estos cultivos podrían tener más probabilidades de causar la próxima pandemia que aquellos que tienen limitaciones", explica la profesora Wendy Barclay, coautora del estudio, del Imperial College de Londres.  

miércoles, 30 de agosto de 2023

CONEJO AL AJILLO CON SALSA DE VINO BLANCCO

TIEMPO: Menos de 5 minutos.

TEMPORADA: primavera, verano, otoño, invierno. 250 Calorías.

Ingredientes: (Para 4 personas).

1º) 800 gramos de conejo.

2º) 3 dientes de ajo.

3º) 200 mililitros de vino blanco.

4º) 100 mililitros de agua.

5º) Una pastilla de caldo.

6º) 80 mililitros de aceite de oliva.

7º) 10 gramos de harina.

8º) 50 gramos de judías verdes cocidas.

9º) Una zanahoria.

10º) Una pizca de sal.

11º) Perejil.

¿Cómo se Elabora?

Troceamos el conejo cortando sus extremidades y el costillar en dos.

Limpiamos de vísceras, salamos ligeramente y pasamos por harina los trozos.

Freímos el conejo en una cazuela con aceite caliente hasta que se dore.

Una vez dorado, en la misma cazuela, doramos los ajos machacados, añadimos los trozos de conejo dorados y vertemos el vino blanco y el agua (con una pastilla de caldo de carne).

Dejamos cocinar por espacio de 1 hora a fuego lento y en el último momento espolvoreamos con un poco de perejil picado.

Una vez cocinado el conejo, servimos los trozos acompañados de la salsa y de una guarnición de judías verdes y zanahorias cocidas y ligeramente salteadas en una sartén con un poco de aceite de oliva.


Y a la mesa, a disfrutar de tal exquisito manjar, con todo el amor del mundo.

lunes, 28 de agosto de 2023

EL CEREBRO HUMANO SE DESARROLLÓ GRACIAS A LA COMPETITIVIDAD SOCIAL

             La presión demográfica fue la causa principal de su crecimiento, por encima de otras variables como el cambio climático.

En los últimos dos millones de años, el cerebro humano se ha triplicado, un fenómeno que no se ha dado en ninguna otra especie del planeta. Este desarrollo fue debido, según un estudio reciente, a la presión demográfica que obligó a la lucha por los recursos, y también a la formación de grupos sociales cooperativos. La presente investigación, realizada por científicos de la Universidad de Missouri, en Estados Unidos, supone la primera comprobación empírica y rigurosa de la hipótesis del predominio de la presión demográfica en el desarrollo de nuestro cerebro, por encima de otras causas, como el cambio climático.

En los últimos dos millones de años, el tamaño del cerebro humano se ha triplicado, creciendo mucho más rápido que el de otros mamíferos.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Missouri (MU), en Estados Unidos, ha investigado la razón de este aumento desmesurado, en comparación con el de otras especies, descubriendo que existe una causa principal para que se haya producido: la presión demográfica.

Análisis multivariante.

Según se explica en un comunicado emitido por dicha universidad, hubo otros factores que también ayudaron al desarrollo del cerebro, pero lo hicieron en menor medida.

En la revista Human Nature, los investigadores han publicado un artículo titulado "Hominid Brain Evolution" ("Evolucion del cerebro homínido), en el que se explica que esos otros factores influyentes fueron las condiciones climáticas y las demandas ambientales.

Mediante un análisis multivariante -herramienta estadística que estudia el comportamiento de tres o más variables al mismo tiempo- los científicos evaluaron simultáneamente variables que representaban a cada una de estas potenciales presiones evolutivas.

Este análisis se realizó sobre datos obtenidos en estudios anteriores: la latitud donde fueron localizados los cráneos, la presencia en éstos de parásitos, las variaciones en las temperaturas anuales registradas, etc.

La densidad de población, explican los científicos, fue medida por la estrecha relación existente entre los patrones de densidad y de migración que han quedado registrados en los fósiles, y que permitieron calcular el número de individuos que vivieron en determinadas áreas en la historia homínido ancestral.

Competir por las ventajas.

Para el estudio, fueron recopilados además los datos de 153 cráneos homínidos de entre dos millones de años y 10.000 años de antigüedad.

Los resultados demostraron que, aunque fueron varios los factores que afectaron a la evolución del cerebro homínido, la competitividad social fue la principal causa de esta evolución.

Según declara David Geary, director de la investigación y profesor de ciencias psicosociales en la MU, estos resultados sugieren que el tamaño de nuestro cerebro se incrementó en la mayoría de las áreas con mayor cantidad de población, en las que casi con toda certeza aumentó la intensidad de la competitividad social.

Geary afirma que "cuando los humanos tienen que competir para cubrir sus necesidades y por su estatus social, que proporciona un mayor acceso a los recursos existentes, un cerebro más grande supone una ventaja".

Los investigadores también descubrieron ciertas pautas que, aunque no tan importantes como la presión demográfica en el desarrollo de nuestro cerebro, otorgan credibilidad a la hipótesis de que el cambio climático influyó en el tamaño del cerebro humano actual.

Esta hipótesis apunta a que el cambio climático global y las migraciones desde el ecuador dieron lugar al desarrollo de la capacidad humana de afrontar los cambios en el clima.

Disminución de recursos.

Sin embargo, los científicos aseguran que la importancia de adaptarse a estos cambios fue mucho menor que la de relacionarse con otra gente en este sentido.

Según explica otro de los autores de la investigación, Drew Bailey, el cerebro es costoso desde el punto de vista metabólico, lo que significa que requiere mucho tiempo y energía desarrollarlo y mantenerlo.

Por esta razón, es muy importante comprender por qué nuestros cerebros continuaron evolucionando más rápido que los de otros animales. La presente investigación sugiere que la competitividad, ya fuera saludable o no, generó el escenario necesario para la evolución del cerebro humano.

Este escenario se generó debido a que la expansión de la población dio lugar a una rápida disminución de los recursos ecológicos per cápita, con la consecuente e inevitable lucha por mantener y asegurar dichos recursos frente a los otros o con ellos.

El cerebro debió entonces adaptarse y generar capacidades sociales y cognitivas nuevas, que permitieran a los individuos actuar en grandes grupos cooperativos que, a su vez, compitieran contra otros grupos por el control ambiental y el control de las dinámicas sociales que surgiesen, escriben los científicos en Human Nature.

Cerebro y cultura.

Evidentemente, aclaran los investigadores, los factores climáticos, sociales y ecológicos no se excluyen los unos a los otros en el desarrollo del cerebro humano. Pero no todos ellos fueron igual de influyentes.

Los científicos creen que ésta es la primera vez que se comprueba de manera empírica y rigurosa la hipótesis del predominio de la causa de la presión demográfica en el desarrollo de nuestro cerebro hasta su tamaño actual.

Estos resultados recuerdan a los de otra investigación realizada recientemente por la University College London, que combinando simulaciones informáticas y estudios genéticos, estableció que la razón de la aparición de la conducta humana moderna fue la densidad de población.

Características como la capacidad de crear objetos artísticos o tecnología avanzada, que nos hacen una especie única en el planeta, podrían tener su origen no la inteligencia o en el elevado desarrollo de nuestro cerebro, sino en las interacciones humanas intensas, que propiciaron el intercambio de ideas y de habilidades, y el mantenimiento de las innovaciones, afirmaba este estudio del que hablamos en Tendencias.                                                                                                                                                 

lunes, 10 de octubre de 2022

REGRESO A LA ÓRBITA LUNAR

 La nave robótica Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) lanzada por la agencia espacial estadounidense NASA ha entrado en la órbita lunar con la misión de buscar agua y posibles puntos para el retorno del hombre al satélite de la Tierra.

La entrada de la nave en la órbita lunar se registró a las 10:27 GMT (11:27 hora peninsular española), cuatro días después de partir desde el Centro Espacial Kennedy (EEUU) montada un cohete Atlas V, según ha informado el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA en Greenbelt, Maryland.

Antes de entrar en la órbita, los ingenieros de la NASA ordenaron un ajuste de la trayectoria de la cápsula para que fuera captada por la fuerza gravitatoria lunar. "La inserción correcta en órbita lunar es una maniobra crucial", explicó Cathy Peddie, subdirectora del proyecto en el Centro Goddard de Vuelos Espaciales.

"La misión de LRO sólo puede comenzar cuando la Luna nos haya capturado. Una vez en órbita podremos comenzar a reunir la información necesaria para comprender en detalle la topografía lunar, sus características y sus recursos", señaló.

La misión del LRO será explorar los cráteres más profundos de la Luna, sus regiones soleadas y las que están permanentemente en la sombra y los efectos de la radiación sobre los seres humanos.

Misión de corta duración.
También tratará de confirmar la presencia de agua y de elementos minerales que pudieran mantener durante un tiempo prolongado la presencia del hombre en la Luna. Para ello, la nave girará en torno a la Luna en una órbita de alrededor 50 kilómetros sobre su superficie.

Según informó la NASA, si no hay inconvenientes la LRO proporcionará más información sobre la Luna que cualquiera otra misión enviada al satélite de la Tierra.

La sonda LRO y la cápsula LCROSS (Lunar Crater Observation and Sensing Satellite), que le acompañó en la partida desde la Tierra la semana pasada, constituyen el primer paso hacia el retorno del hombre a la Luna, previsto para después de 2020.

"La misión nos proporcionará la información que necesitamos para tomar las mejores decisiones con respecto a la presencia humana en la Luna", dijo Todd May, director adjunto de la NASA para asuntos científicos.

Aunque igual de importante que la de la sonda LRO, la misión de la cápsula LCROSS será de corta vida. Durante los próximos tres meses se mantendrá acoplada a un sector del cohete Atlas V, llamado Centauro.

Al terminar ese tiempo, la cápsula se separará de Centauro antes de que éste se estrelle contra la superficie lunar a unos 9.000 kilómetros por hora.

Minutos después sufrirá la misma suerte de Centauro, pero en el periodo que transcurra entre ambas colisiones la cápsula transmitirá a la Tierra los análisis del material lanzado al espacio tras la colisión de Centauro.

Ese análisis permitirá determinar la presencia de moléculas de agua y de otros elementos como hidrógeno y oxígeno separados, dijeron fuentes científicas de la NASA.

La doble misión robótica se realiza el año en el que la NASA celebra al cuadragésimo aniversario del momento en que el 20 de julio de 1969 el astronauta estadounidense Neil Armstrong se convirtió en el primer hombre que pisó la Luna.

 

                                                     

lunes, 5 de abril de 2021

CUANDO PODAMOS CREAR VIDA NO SABREMOS COMO EVOLUCIONARÁ

         "Creo que la vida es inherente al universo", sentencia el estadounidense Stuart Kauffman, una de las voces más autorizadas de la biología evolutiva y uno de los gurús de la llamada teoría de la complejidad. Profesor de la Universidad de Calgary (Canadá), Kauffman carga contra el reduccionismo científico que sostiene que, si se tuvieran los parámetros de todas las partículas del universo, se podría deducir todo el futuro a partir de una teoría final. Lleva años cuestionando la ortodoxia darwiniana y su postulado de que la selección natural es el único principio de la evolución de la biosfera. Él no niega a Darwin, pero afirma que no basta. Su visión incluye un principio, el de la autoorganización, que interactúa a su vez con la selección natural en el proceso evolutivo. "La red de la vida, el sistema más complejo que conocemos en el universo, no rompe ninguna ley de la física y, sin embargo, es parcialmente sin ley, incesantemente creativa".

Kauffman estuvo recientemente en San Sebastián invitado por el grupo de Filosofía de la Biología de la Universidad del País Vasco. "Desde Galileo y Newton hemos pensado que hay una teoría en física y que las explicaciones siempre se encuentran mirando hacia abajo: las sociedades se descomponen en personas, las personas en órganos y de ahí a las células, la bioquímica hasta la física. Los reduccionistas quieren que la evolución sea una deducción de las leyes de la física, pero las adaptaciones cobran sentido en su contexto selectivo", explica para empezar.

Pregunta. ¿Cómo surgió la vida de partículas no vivientes?

Respuesta. La respuesta cauta es que hay muchas teorías y que nadie sabe. La vida se basa en el ADN, el ARN y las proteínas. La doble hélice de la molécula de ADN puede replicarse, pero necesita las enzimas de las proteínas para hacerlo y éstas necesitan a su vez del ARN. Una de las teorías que existen desde que se inventó la estructura del ADN se fundamenta en que una única cadena de ARN puede reproducirse. Yo creo que esto es incorrecto. Llevo años pensando que el origen de la vida no puede basarse en una molécula tan especial, sino más bien en un conjunto de moléculas que catalizan su formación entre sí.
Esto es lo que llamo un sistema cerrado autocatalítico, un ejemplo de tantos de la autoorganización de la vida.

P. ¿Qué es el reduccionismo científico?

R. La visión más simple del reduccionismo es la de Laplace, el matemático francés de los tiempos de Napoleón, quien dijo que si un sistema de cómputo tuviese la información sobre la posición, la velocidad y la masa de todas las partículas del universo, usando las leyes de Newton se podría calcular todo el futuro, así como el pasado, del universo. Eso es el reduccionismo. Eso implica, entre otras cosas, creer que todo lo que ocurre en el universo es descriptible por las leyes naturales, que lo real son las partículas en movimiento y que lo demás son ilusiones. También que hay un lenguaje que permite describir toda la realidad, las leyes de Newton y las partículas en movimiento en el espacio-tiempo. Éstos son los cimientos de la ciencia reduccionista. Yo cuestiono todas estas afirmaciones.

P. ¿Qué supone llevar esto al terreno de la evolución?

R. Lo que digo es que la evolución de la vida obedece a las leyes naturales, pero no es completamente descriptible por estas leyes. Por lo tanto, no se puede simular la vida ni predecir cuál será la evolución de la biosfera. Supongamos que alguien lo hiciese, ¿cómo demostraría que su simulación captura la dimensión cuántica de la biosfera? Estoy convencido de ello, pero la ciencia procede por experimentos y eso lo tendrán que hacer otras personas porque tengo casi 70 años. Todo esto no quiere decir que habría que tirar a la basura los siglos de ciencia avanzados hasta ahora, pero cambia bastante nuestra visión del mundo radicalmente.

P. ¿En qué sentido?

R. La evolución de la biosfera está llena de preadaptaciones darwinianas. Supongamos que podemos crear en los próximos 50 años sistemas moleculares autorreproductores que pueden coevolucionar. Tengo la convicción de que podremos crear vida en los próximos 50 años. Cuando coevolucionen unos con otros en un entorno físico, en éstos también emergerán preadaptaciones darwinianas, como en el resto de seres vivientes. Eso significa que desarrollarán rasgos que no podíamos ver anteriormente ni predecir que surgirían. En resumen, no sabremos cómo evolucionarán. Y en ese momento nos preguntaremos: ¿cómo pasó esto? Y nos convertiremos en paleontólogos, deduciremos lo ocurrido y lo entenderemos, pero no tendremos una ley que explique lo que pasó de antemano.

P. ¿Podría darnos un ejemplo?

R. Uno de mis favoritos viene de la economía. En 1980, en Estados Unidos había muchos canales de televisión, había muchos televisores y muchos teleadictos que no querían levantarse del sofá. En ese entorno, ¿era un buen negocio inventar el control remoto? Sí y alguien lo hizo. ¿Su invención fue fruto del azar? No. Tenía su sentido en ese contexto. La biosfera o la economía crean un contexto en el cual emergen nuevas cosas, como las preadaptaciones darwinianas o el control remoto.

P. ¿Por qué las tesis de los creacionistas no están llegando a Europa?

R. América es el más religioso de los países del primer mundo, mientras que Europa es más secular. El debate está creciendo en los EE UU. Allí hay gente que se cree la Biblia literalmente. Y la evolución contradice lo relatado en el Génesis. En realidad, no hay debate científico sobre el creacionismo: los científicos creen que el creacionismo es una estupidez. A veces el fundamentalismo consigue en Estados Unidos un espacio público que no es en ningún caso proporcional a su relevancia.

P. Usted no cree en Dios, pero aboga por reinventar el concepto de sagrado.

R. Nuestros valores están dominados por la sociedad de consumo. En el mundo secular hemos perdido el sentido de los valores. Si pudiéramos encontrar un concepto de Dios que se pudiera compartir, un espacio común de lo sagrado, podría ayudar a que nuestras tradiciones coevolucionen. Gordon Kaufman, teólogo de la Harvard Divinity School, lleva 20 años afirmando que el único sentido entendible de Dios es la creatividad en el universo, y no el de un Dios supernatural.
Independientemente, llegué a la misma conclusión que él. Creo que he encontrado los fundamentos científicos de lo que él afirma. Piense en el Dios creador.
Lo que digo es que no necesitamos al creador, sino su creatividad. Esa carencia parcial de leyes en la evolución de la biosfera deja un espacio en el que las creencias de todos, judíos, musulmanes y cristianos, pueden convivir pacíficamente.

miércoles, 17 de febrero de 2021

HUBO ALGUNA VEZ LÁMPARAS PERPETUAS

En muchas historias clásicas y medievales, de claro matiz sobrenatural o religioso, encontramos relatos que hacen alusión al hallazgo de lámparas perpetuas, a luces que no se extinguen, a velas que no se consumen y a candiles sin aceite que no se apagan.


Según la leyenda, estas lámparas (la voz latina lucerna corresponde a la griega lycknus) ardían sin intermitencia en algunos templos de las divinidades paganas y se alimentaban de un líquido inconsumible. También se cuenta que al abrir algunas sepulturas se encontraron con «lámparas eternas», que se apagaron justo en el momento de profanar la tumba o el recinto donde se encontraban. Muchas de estas noticias se localizan tanto en la tradición judeocristiana de la Edad Media como en la del islam o de la Hermandad Rosacruz: lámparas que sirvieron para iluminar estancias sagradas de templos e imágenes religiosas y que fueron encontradas tras siglos de ocultamiento.


Uno de estos relatos se refiere al hallazgo de la imagen de la Virgen de la Almudena escondida por los cristianos durante la invasión musulmana en el siglo VIII. Fue encontrada por el rey Alfonso VI de Castilla, en el año 1085, al derribar la muralla que rodeaba la alcazaba de Madrid, conocida como la Almudayna. En el boquete abierto en la Cuesta de la Vega hallaron la Virgen Negra y, a sus pies, dos objetos parecidos a cirios encendidos que habían permanecido sin extinguirse durante los trescientos setenta años que estuvo escondida.


Este mismo soberano debía de tener un fino olfato en eso de localizar lámparas similares, pues también fue él el protagonista de encontrar (o mejor dicho, su caballo al arrodillarse en un determinado lugar de la mezquita, durante la reconquista de Toledo) un hueco en el muro y dentro de él un Cristo ahumado por una extraña vela que había permanecido milagrosamente sin apagarse durante más de trescientos años, de ahí que recibiera el nombre de Cristo de la Luz. Caso parecido es el de Nuestra Señora de la Luz, patrona de Cuenca, que fue localizada por el rey Alfonso VIII en una cueva junto al río Júcar, con un candil de plata encendido desde hacía varios años. Semejantes historias se cuentan respecto a otras imágenes de vírgenes, como la de Nájera, localizada en el siglo XI por el rey García Sánchez III.


Todas estas noticias nos llevan a formularnos una pregunta: ¿estamos hablando de meras supercherías o de una tecnología conocida por los sabios medievales del siglo VII y VIII, que habrían heredado de épocas anteriores, y que tan sólo utilizaron para esos fines tan piadosos? Hay mucho más de lo segundo que de lo primero.


Una lámpara incandescente fue hallada en Antioquía durante el reinado de Justiniano de Bizancio (siglo V) y una inscripción en la misma indicaba que había estado ardiendo durante más de quinientos años (sin vestales a su cargo que mantuvieran el «fuego sagrado»). Asimismo, el hallazgo en el año 1540 de una lámpara encendida en la tumba de Máximo Olibio, próxima a Atessa, Estado de Padua (Italia), alimentó aún más la creencia en estas lámparas inextinguibles.


Diversos autores latinos hablan de esta clase de lámparas en Roma durante los siglos II y III. Ya Pausanias, geógrafo griego del siglo II, describió una hermosa lámpara dorada en el templo de Minerva que podía estar encendida durante todo un año.


¿Y las hubo en el misterioso Egipto? San Agustín (siglo V) dejó una descripción de una lámpara maravillosa localizada en un templo egipcio dedicado a Isis, afirmando que ni el viento ni el agua podían apagarla. El jesuita Atanasius Kircher se refiere en su obra Edipo Egipcíaco (1652) a lámparas encendidas halladas en las bóvedas subterráneas de Menfis.


Por si fuera poco, durante el reinado anglicano de Enrique VIII (siglo XVI), se ordenó saquear y destruir muchas tumbas antiguas, descubriendo entonces que algunas de ellas contenían lamparillas que, inexplicablemente, aún estaban encendidas y que se remontaban al siglo III. Además, en ese mismo siglo, durante el papado de Pablo III (1534 a 1549), se encontró dentro de la tumba de Tulia, hija del célebre Cicerón, una extraña lamparilla que quince siglos después de haber sido encendida todavía ardía con una mortecina llama. Y hasta se asegura que uno de estos curiosos artefactos se localizó en la cueva ermita de Sant Salvador, en el macizo de Montserrat, datándose su antigüedad en el siglo XIII.


Ya sabemos que las leyendas suelen ocultar un poso de verdad y que hay que saber leer entre líneas. Por ejemplo, existe una alusiva a Roger Bacon, del que se dice que estaba poseído por el demonio hasta el punto de que éste le había regalado una parte del «fuego del Infierno», que le permitía leer y estudiar de noche para proseguir en su búsqueda de conocimientos. Esta leyenda nos está diciendo que Bacon, monje y alquimista medieval, había realizado otro de sus inventos científicos revolucionarios e incomprensibles para la gente de su época, cual era el gas de alumbrado gracias a la destilación de ciertos productos orgánicos, ya que sus coetáneos ni siquiera sospechaban la composición del aire y menos aún la existencia del gas combustible.


En la actualidad, dos de estas lámparas -apagadas- se pueden contemplar en el Museo de las Rarezas de Leyden, Países Bajos. Sobre las mismas, el profesor Hargrave Jennings da una posible explicación al enigma afirmando que los romanos y los helenos consiguieron el secreto de mantenerlas encendidas durante siglos por medio de la «oleaginosidad» del oro, convertido, mediante un proceso alquímico desconocido, en una sustancia líquida inapagable que hoy sería inencontrable y, por supuesto, siguiendo el juego de palabras, impagable.


Algunos autores se han aventurado a decir que estaban hechas con bloques de cristal y que el vinagre (o sea, el ácido acético) representaba en ellas un papel predominante. La teósofa Helena Blavastski, en su obra Lis sin velo, cuenta como ella misma vio construir, mediante diversas fórmulas ocultistas, una lamparilla que estuvo encendida durante seis años.


Los datos obtenidos en viejas leyendas y en yacimientos arqueológicos son más coincidentes que divergentes, llegando a la conclusión de que muchas eran lámparas que utilizaban mecha de amianto y que estaba prohibido tocarlas so pena de provocar una explosión capaz de arrasar toda una ciudad. ¿De qué tecnologías o fuerzas secretas nos están hablando estos relatos?


Tal vez la explicación la podamos encontrar en lo que nos dicen viejos textos judíos al afirmar que estas lámparas «proceden de los vigilantes del cielo».


        

jueves, 4 de febrero de 2021

SÓLO EL 60% DE LOS NIÑOS SE CEPILLAN LOS DIENTES.

Sólo el 60% de los niños de entre 6 y 12 años se cepilla los dientes tres veces 

al día, tal y como recomiendan los profesionales, y un 10% no lo hace diariamente, según pone de manifiesto el V estudio anual sobre Hábitos Bucodentales en niños realizado por Vitaldent en colaboración con la Universidad de Murcia...


Según este estudio, tan sólo el 60,6% de los niños se cepilla los dientes antes de irse a la cama, requisito fundamental para mantener una boca sana, ya que, durante la noche disminuye la formación de saliva en nuestra boca, un agente básico que nos ayuda a limpiar nuestra boca de bacterias. Asimismo, el 59,2% de los niños se cepilla los dientes después de desayunar y el 66,4% después de comer.


Aunque del estudio se desprende que el 99,6% de los niños tiene cepillo de dientes en casa, no todos se los cepillan a diario. Así, frente al 89,1% de los niños que lo hace diariamente, todavía un 10,9% no se cepilla los dientes todos los días.


Asimismo, el V estudio anual sobre Hábitos Bucodentales revela que el 86,2% de los niños españoles de entre 6 y 12 años ha acudido a la consulta del dentista alguna vez. Sin embargo, sólo el 59% de los niños fue para hacerse una revisión de carácter preventiva, mientras que el 41% acudió a la clínica para hacerse algún tratamiento.


MUELAS PICADAS Y GOLOSINAS


En lo que a salud bucodental, el estudio también refleja que el 12,7% de los niños tiene actualmente picado algún diente o muela y que el 42,7% de los niños que come dulces dos o tres veces por semana se ha tenido que hacer algún tratamiento dental.


Este dato desciende hasta el 36,8% entre los que comen dulces muy de vez en cuando. En este sentido, el 44,3% de los niños que come golosinas ha tenido que hacerse algún tratamiento, seguido con un 43,5% por aquellos que comen bollos y por los que toman chicles con un 43,3%.


Además de llevar a cabo este estudio, la Fundación Vitaldent ha organizado y puesto en marcha las II Jornadas de Salud Bucodental Infantil que se han celebrado este sábado en 130 clínicas de toda España con motivo del Mes de la Salud Bucodental.


miércoles, 8 de mayo de 2019

PERSONAJES HISTÓRICOS QUE NO MURIERON DE LO QUE SE CREÍA

El caudillo visigodo Alarico I, aquí pintado por Ludwig Thiersch, murió de malaria poco después de saquear Roma. Ludwig Thiersch Hay médicos cuyos pacientes murieron hace 200 o 2.000 años. Rara vez tienen sus cuerpos para hacerles un diagnóstico. Así que tienen que recurrir a los libros de historia, aprender griego o latín para leer las fuentes originales o preguntar a los historiadores del arte. Son los paleopatógrafos y se meten en una máquina del tiempo para descubrir la enfermedad que marcó la vida de grandes personajes de la historia, enfermedades que marcaron la historia de todos.

"La paleopatología tradicional investiga las marcas de la enfermedad en huesos y momias pero, si realmente quieres saber cómo se manifestaban las enfermedades hace siglos y cómo han evolucionado tienes que estudiar también las señales y síntomas en pacientes antiguos", dice el médico y paleopatólogo del Instituto de Medicina Evolutiva de la Universidad de Zúrich, el italiano Francesco Galassi. A falta de restos de pacientes antiguos "las biografías de personajes históricos, con la cantidad de fuentes que hay sobre ellos, ofrecen una posibilidad", añade un Galassi incluido en la lista Forbes de los mejores investigadores menores de 30 años.

La paleopatografía describe la enfermedad de pacientes de hace siglos usando los registros históricos:

Uno de esos personajes es Julio César, el creador del Imperio romano. Aparte del interés que pueda tener por sí mismo, las biografías de los grandes de la historia como César, "no deben ser estudiadas por su fama sino porque son las únicas que ofrecen información biomédica relevante del pasado", argumenta Galassi. Fruto de esa visión es el libro Julius Caesar's Disease (La enfermedad de Julio César, aún no editado en España) que, junto a su colega del Imperial College de Londres, Hutan Ashrafian, ha escrito sobre el dictator romano.

La historia oficial cuenta que Julio César era epiléptico. Sin embargo, para Galassi y Ashrafian existe otra posibilidad que encaja mejor con lo que sus biógrafos cuentan de la vida del romano. Su tesis, expuesta en 2015, es que el general sufrió al menos dos derrames cerebrales. En el libro de ahora, además de acumular más pistas y argumentos, afinan el diagnóstico: ataque isquémico transitorio. Esta especie de mini ictus podrían haberse repetido a lo largo de la vida de César.

"¿Por qué muchos grandes personajes han tenido epilepsia? ¿Era porque tenían una gran incidencia o había una segunda intención?", plantea el paleopatólogo italiano. La epilepsia era considerado un mal sagrado, el morbus comitialis que paralizaba una sesión del Senado romano. Pero también aparece en escritos aristotélicos relacionada con la genialidad. "Si César, en especial en sus últimos años, no podía ocultar que tenía una enfermedad ¿qué era mejor para él, decir que tenía una enfermedad cualquiera que le debilitaba o una asociada con la divinidad? Creo que la respuesta era obvia para alguien que sabía qué gestos usar para impresionar al pueblo", explica Galassi. Otros grandes, como Napoleón, también dijeron ser epilépticos.

Impacto en la historia:

La revisión de las fuentes antiguas con ojos de médico permite esclarecer episodios de la historia aún confusos. Es el caso de la repentina muerte de Alarico I. El rey visigodo se atrevió a saquear Roma, ciudad inexpugnable durante casi un milenio, en el año 410. El saqueo es para muchos el símbolo del ocaso del Imperio romano. Pero Alarico quería más, pensaba pasar a África, el granero del imperio. Sin embargo, murió ese mismo año de unas fiebres a su paso por Calabria.

Siguiendo el enfoque multidisciplinar de la paleopatografía, un equipo de historiadores de la medicina, antropólogos y epidemiólogos en el que estaba Galassi concluyó el año pasado que el Plasmodium falciparum, el protozoo causante de la malaria fue el asesino más probable de Alarico. "Venía de una región donde no existía la malaria", recuerda Galassi, por lo que su sistema inmunitario no estaba entrenado, "y fue a una región, Calabria, donde la enfermedad fue endémica hasta los años 70 del siglo pasado", añade.

Los casos como el de Alarico se salen de la historia de la medicina para saltar a la historia a secas. Aunque no es el objeto de los paleopatógrafos, a veces la enfermedad de un solo hombre altera el curso de los acontecimientos. La que sufría Enrique VIII debe ser una de las más investigadas a tenor de la cantidad de estudios que hay sobre la salud de este personaje. Rey inglés entre 1491 y 1547, se casó seis veces, para lo que tuvo que romper con la iglesia de Roma, y tuvo otras tres amantes. Con tanto casorio buscaba un heredero varón que prolongara su dinastía. Pero entre abortos e hijos nacidos al poco de morir, solo uno de ellos, Eduardo VI, llegó a gobernar un lustro antes de morir con 15 años.

Un problema en la sangre de Enrique VIII explicaría sus problemas para tener hijos varones vivos a pesar de casarse seis veces. El problema no eran sus mujeres, eran sus genes. "Enrique debía tener alguna condición médica transmitida por línea paterna que pudiera causar pérdida del feto, abortos o muerte neonatal", comenta la antropóloga Kyra Kramer. Junto a su colega Catrina Banks, investigadora del Museo de Nuevo México (EE UU), Kramer hizo uno de los diagnósticos más convincentes sobre los problemas de Enrique VIII. El rey inglés bien pudo sufrir el síndrome McLeod y su sangre unos antígenos que condenaban a sus hijos varones.

"Los historiadores se enfrentan a grandes obstáculos en su intento por descubrir la verdad y es aún más difícil hacer un diagnóstico médico usando solo información recogida de algunos registros históricos quizá sesgados", recuerda Kramer, autora del libro Blood Will Tell: A Medical Explanation for the Tyranny of Henry VIII (algo así como La sangre lo contará. Una explicación médica de la tiranía de Enrique VIII, sin editar en España). Para Kramer, solo un complicado análisis genético podría confirmar sus conclusiones. Hasta entonces, escribe Kramer "la única manera de definir la verosimilitud de la hipótesis McLeod era recurrir a recursos médicos e históricos para ver si había suficiente correlación entre los hechos de la vida de Enrique y la teoría". Pura paleopatografía.

De la narcolepsia de Dante a la ELA de Champollion:

Entre Francesco Galassi y Hutan Ashrafian, los autores del libro sobre la enfermedad de Julio César, han hecho más de una veintena de diagnósticos a personajes históricos.

Algunos casos, como la narcolepsia de Dante Alighieri, se basan en el análisis de pasajes de su obra, la Divina Comedia, donde el propio Dante es uno de los protagonistas. En otros, como el del francés Jean-François Champollion, padre de la egiptología y descifrador de los jeroglíficos, se basa en fuentes secundarias. El estudioso de la piedra Rosetta empezó a tener problemas de movilidad hasta acabar completamente paralizado poco antes de morir en un caso probable de esclerosis lateral amiotrófica.

Ashrafian en solitario ha buceado en los documentos y restos arqueológicos del pasado para encontrar los primeros ejemplos de algunas enfermedades. Así, ha hallado casos de ictus entre los reyes elamitas que pudieron alterar el curso de sus guerras con los asirios, o ha estudiado la herencia de afecciones entre los faraones egipcios.

Galassi, por su parte, también bucea en personajes mitológicos o ficticios para estudiar la representación de la enfermedad en el pasado y su evolución. Así, ha diagnosticado a Medusa, la fimosis del dios Príapo de los frescos de Pompeya o apuntado a que la deformidad grotesca de Polichinela podía deberse a la tuberculosis.


viernes, 8 de marzo de 2019

PIRÁMIDES ¿TEMPLOS O TUMBAS?

1837. El coronel británico Richard Howard Vyse, ayudado por su colaborador Perring, encontró en la cámara funeraria de la pirámide de Menkaure (Micerinos), excavada en la propia roca a unos seis metros bajo el suelo, un enorme sarcófago de basalto con inscripciones y sin su tapa, cuyo peso era de unas tres toneladas. En su interior no había ninguna momia, pero sí un par de sorpresas: la tapa de otro sarcófago de madera antropomorfa y ¡unos restos humanos!

Aparentemente, correspondían a destrozos de la momia real. Eran huesos y unas pocas tiras de lino con los que la momia habría sido envuelta para el enterramiento. En otra cámara superior de la pirámide descubren algunas piezas de basalto que corresponden a la tapa del sarcófago anterior, algo insólito, pues no hay respuesta a por qué una tapa de un peso extraordinario habría sido llevada hasta allí arriba.

Hasta aquí podríamos deducir dos cosas: que la pirámide de Micerinos fue realmente la tumba del faraón que la mandó construir y que su momia fue expoliada y robada hace siglos y quedan tan sólo pequeños guijarros de la venda y unos huesos reales diseminados por el suelo. Serían los primeros restos humanos de un posible faraón encontrados dentro de una pirámide. Los egiptólogos se frotaron las manos y empezaron las investigaciones con sus respectivas sorpresas, empezando por el hecho de que todo lo encontrado ha tenido un destino muy diferente. El sarcófago de basalto del faraón se envió un año más tarde a Inglaterra, a bordo de la goleta Beatrice, que naufragó frente a las costas de Cartagena, en España, y allí sigue hasta el momento. La tapa del sarcófago de madera, muy deteriorada, se expone en la primera planta del Museo Británico de Londres. Se realizaron análisis de este segundo sarcófago y los estudios tipológicos demostraron que databa de la época saíta, es decir, la dinastía XXVI (siglo VI a. C.), claramente reconocible debido a la forma antropomorfa de la tapa. Primer chasco.

Toca el turno a los huesos que se analizaron mediante el sistema de Carbono 14, y se confirma que no eran los de Micerino ni los de ningún faraón saíta: correspondían a un varón del siglo II d. C., es decir, de época cristiana. Segunda desilusión.

Así pues, ¿las pirámides fueron tumbas reales? ¿Qué clase de monumentos son esos que se extienden en la meseta de Gizeh construidos con millones de bloques de piedra en honor a tres faraones?

Parecen dos preguntas de Trivial Pursuit y la respuesta es fácil: son tres grandes pirámides (la única de las siete maravillas del mundo que aún se mantiene en pie), junto con la imponente Esfinge y el gigantesco complejo funerario que se extiende a lo largo de toda La meseta.

Y dos nuevas preguntas: ¿todo ese esfuerzo era para honrar la memoria de tres faraones de la dinastía 4ª? ¿Eran tres tumbas enormes a mayor gloria de tres reyes megalómanos?

En un primer momento, la historia siempre ha otorgado un carácter funerario a las tres pirámides egipcias, y eso porque en su interior se han encontrado cajas de piedra parecidas a sarcófagos, como la de granito rosa que se encuentra en el interior de la cámara del rey de la pirámide de Keops, un curioso receptáculo pétreo que es más grande que la pequeña puerta que da acceso a la estancia, lo cual obliga a suponer que se colocó antes de dar por terminada la cámara real.

Hoy en día son más los egiptólogos e investigadores en general que se inclinan por aceptar una doble finalidad en estos monumentos: no solo tendrían una clara función funeraria, sino también una misión iniciática o mística. Pero las preguntas siguen en el aire: ¿son tumbas? ¿Son lugares de enterramiento?

Veamos qué pasó con la momia del faraón Zoser de la III dinastía. En 1926, Gunn, en los trabajos de desescombro de la pirámide escalonada de Zoser, en Sakkara, encuentra en la cámara funeraria seis vértebras de una columna vertebral y parte de la cadera derecha de una momia. En 1934, Lauer y Quibell se introducen de nuevo en la cripta y encuentran la parte superior del húmero derecho, fragmentos de costilla y el pie izquierdo vendado con lino bañado en resinas. Lo más importante del hallazgo de estos restos es que la única entrada a la cámara que existía hasta entonces era un pequeño agujero practicado por los saqueadores, que imposibilita la introducción de otra momia de épocas posteriores. El estudio antropológico realizado entonces confirmó que se trataba de la momia del faraón. Eso, sumado a que la técnica de momificación del pie se ajusta a la III dinastía, no dejaba lugar a dudas sobre que la pirámide fuese la tumba del rey Zoser (Dyeser); ésos debían de ser los restos de su momia.

Se deduce así que al menos en la III dinastía esas pirámides llegaron a ser tumbas, aunque la tesis de que fueron únicamente lugares de enterramiento cada vez tiene menos partidarios por una sencilla razón inicial: apenas se han encontrado momias, ni ningún tipo de resto humano, salvo los vasos canopes, en el interior de las pirámides, lo cual no es una prueba definitiva, pues ha pasado demasiado tiempo como para que cada una de las más de cien pirámides encontradas no hayan sido saqueadas a conciencia incluso en la misma época de los faraones. A mediados de los años cincuenta el egiptólogo egipcio Zakaria Goneim descubrió una pirámide en la necrópolis de Sakkara en la que encontró un sarcófago cerrado y sellado del faraón Sekhemkhet (2700 a. C.). ¡Un sarcófago intacto de hace cinco mil años de antigüedad con un ramillete de flores sobre la tapa! Todo un acontecimiento arqueológico de primer orden. Lo abrieron y. estaba vacío. La explicación que dio Goneim es que la pirámide no era otra cosa que un cenotafio.

Nacho Ares, en su obra Egipto el Oculto (1998), cree que las pirámides pudieron convertirse en tumbas con el tiempo y que tan sólo tuvieron un carácter funerario en un segundo plano. En primer lugar, es un hecho que distintos faraones se hicieron construir varias pirámides, como le ocurrió a Esnofru, padre del rey Keops, al que se le atribuyen tres pirámides. ¿Tres tumbas? No parece lógico ni creíble.

En segundo lugar, a través de estudios comparativos que se han realizado entre pirámides y tumbas convencionales, se puede concluir que las llamadas cámaras del sarcófago, en la estructura de las pirámides, fueron construidas para albergar los restos mortales del propietario del monumento.

Las teorías más revolucionarias vienen de la mano del ingeniero Robert Bauval y de Adrian Gilbert, autores de El misterio de Orión 1995), quienes intentan demostrar el vínculo entre la constelación de Orión, la ubicación de las pirámides y el dios de los muertos Osiris, lo cual conectaría directamente la finalidad mortuoria de las pirámides con un claro propósito astronómico, que sería su principal objetivo. La orientación de sus canales y galerías está enfocada a esa constelación en la posición que debió de tener en el año 10.500 a. C. Es decir, que las tres pirámides de Gizeh reproducen en la Tierra la distribución de las tres estrellas centrales de la constelación de Orión. Y no sólo estas tres pirámides, sino también las de los faraones Diodefre, Zahaw el Ariani y Esnefru, que se corresponderían con otros tantos puntos de la misma constelación. ¿Con qué finalidad? Desde este punto de vista, las pirámides proyectarían el alma del faraón hacia su destino en las estrellas. Todo lo cual obliga a replantearnos si las pirámides llegaron a ser alguna vez tumbas, en su sentido estricto, o a reescribir la historia de Egipto de arriba abajo.

Sea como fuere, en las ciento catorce pirámides censadas y catalogadas hasta el momento no se ha encontrado aún ningún material concluyente que pueda conectarlas con una función de enterramiento, aunque sí están relacionadas con la muerte y la resurrección, por lo que es más factible suponer que tuvieron una finalidad múltiple. El error es catalogarlas todas como si tuvieran una única misión. Las pirámides atribuidas a Esnefru, Keops, Kefrén y Micerinos no sólo hay que separarlas del conjunto a causa de su envergadura y perfección, sino también porque no contienen en su interior la más leve pista de cuándo fueron edificadas, ni por quién, ni con qué motivos. Por el contrario, todas las demás pirámides están repletas de jeroglíficos, esculturas y relieves que hacen fácil su datación. Y si ello es así, también su utilidad puede ser diferente. Se han barajado teorías para todos los gustos, según la particular visión de cada investigador: servir como antenas emisoras-receptoras, como hitos geodésicos, como centros de observación astronómica, como templos iniciáticos o como archivo de conocimientos de civilizaciones desaparecidas.

Se podría decir que estas impresionantes pirámides eran sofisticados templos de poder de una secreta religión celeste que revela un conocimiento astronómico muy superior al que se venía atribuyendo a los antiguos egipcios.

miércoles, 23 de enero de 2019

LO QUE NO SABÍAS DE LOS RAYOS

Los rayos son un fenómeno natural que nos ha acompañado, fascinado y aterrado
desde que estamos en el planeta. Aún no los podemos explicar del todo, pero sabemos o creemos que sabemos, un
poco sobre ellos. Los rayos son electricidad con una potencia de hasta 30 millones de voltios y
una temperatura de hasta 30.000 GRADOS CENTÍGRADOS, cinco veces más caliente que la superficie
del Sol.

Un sólo rayo contiene suficiente energía para hacer 4.000 tostadas. Viajan a una velocidad de hasta 115.000.000 de kilómetros por hora y caen en la
Tierra más de 17 millones de veces al día, o unas 200 veces por segundo.

En Estados Unidos alcanzan a 400 personas al año. Los seres humanos son alcanzados por rayos diez veces más a menudo de lo que
debería ser según las leyes del azar.

Y es seis veces más probable que a los hombres les caiga un rayo que a las
mujeres.

Es peligroso pararse debajo de un árbol durante una tormenta pues si le cae un
rayo, la savia hierve, el árbol explota y dispara astillas por doquier. El roble, el álamo y el pino silvestre son los árboles más peligrosos. Los rayos... ¿caen?

Uno de los mitos es que los rayos siempre caen en la parte más alta de los
edificios. Pero resulta que no es cierto. Esto se debe a que los rayos no siempre caen: a veces salen del suelo y van
hacia el cielo. Hay rayos de nube a tierra, de nube a nube y, como éste, de tierra a cielo.

Esos rayos son conocidos como ascendentes y aunque fueron documentados
científicamente desde hace mucho, los avances en fotografía han permitido que en
los últimos años se estén pudiendo estudiar mejor, aunque siguen guardando
secretos.

90% de los rayos que alcanzan el edificio Empire State en Nueva York, por
ejemplo, son ascendentes.

Un fenómeno misterioso:

Realmente, no entendemos del todo el fenómeno de los rayos.

Sabemos que se producen cuando se acumula electricidad estática en las nubes, pero desconocemos cuál es la causa para que esto ocurra. Las mediciones de ese campo eléctrico hechas desde aviones y globos parecen
mostrar que es demasiado pequeño para iniciar un rayo: 10 veces menor de lo que
los modelos teóricos señalan que debería ser. En la República Democrática de Congo en 1998, cayó un rayo en una cancha de
fútbol durante un partido y mató a todos los integrantes del equipo visitante. Todos los jugadores del equipo local sobrevivieron.

Campanas en medio de la tormenta: Hasta finales del siglo XVII, en Europa se creía que el repique de las campanas
dispersaba los rayos. Por ello muchas campanas de iglesia llevaban la inscripción fulgura frango o
"rompo rayos".

"Vivos voco, mortous plango, fulgura frango", decían las campanas: Llamo a los
vivos, lloro a los muertos y rompo rayos.

Cuando venía una tormenta, los campanólogos se dirigían hacia el campanario más
cercano, que solía estar en el lugar más alto del pueblo. Hoy en día, se considera que por ello era el peor sitio donde estar.

Y lo era: sólo en Francia, entre 1753 y 1786 (cuando la costumbre fue prohibida). 103 campanólogos murieron pues les cayó un rayo. Cuando Martín Lutero estaba estudiando derecho en la Universidad de Erfurt, en
Alemania, le cayó un rayo... Convencido de que era una señal de Dios, juró volverse en monje. Dos semanas
más tarde lo hizo y pasó a la historia por inspirar el luteranismo.

"Un buen poeta es alguien que, al pasar la vida entera expuesto a las tormentas,
logra que lo fulminen cuatro o cinco rayos", Randall Jarrell (1914-1965).